La evolución de las especies, sobre todo la evolución del hombre ha sido un tema de debate durante muchos años, ya que se han desarrollado muchas teorías, algunas con bases científicas y otras no.
Las teorías que se han desarrollado en torno a la evolución de las especies son muy variadas, van desde las míticas en relación con los animales, los vegetales e incluso los ríos, hasta las divinas como la de un Dios supremo que le dio vida a todo.
Sin embargo, dentro de la ciencia, estas teorías no tienen validez alguna, ya que no tienen una explicación científica que certifique los hechos ocurridos para que los seres vivos evolucionaran hasta lo que conocemos hoy en día.
A partir del siglo XVIII y XIX el auge de las ciencias relacionadas con la evolución como la biología, la antropología, la geología, entre otras, llevó a un estudio más preciso y consistente con respecto a este tema.
Las teorías que se empezaron a desarrollar sobre la evolución de las especies a partir de estos siglos tuvieron sus bases científicas, a través de muchos filósofos y naturalistas.
Uno de los pioneros de estas ideas, y con el que se tiende a relacionar cuando se habla de la teoría de la evolución fue Charles Darwin, un naturalista británico que reunió todas estas hipótesis en una sola obra llamada El Origen de las Especies.
Para el año 1859, Darwin publicó una obra que desató muchas críticas, donde planteaba que las especies evolucionan debido a un método de adaptación, y se puede rastrear su ascendencia por un antepasado común.
Este libro tardó en crearse aproximadamente 17 años, ya que Darwin se encargó de reunir todas las ideas de filósofos que nombraban la evolución, con las que había tenido durante un viaje que duró cinco años.
En esta obra escrita por Darwin, el naturalista sugirió que la evolución se da por medio de un mecanismo evolutivo denominado Selección Natural, el cual se basa en las características que las especies pueden heredar para sobrevivir.
En otras palabras, según la teoría de Darwin, todas las especies tienes rasgos característicos que los ayudan a sobrevivir en su medio ambiente, estas características pueden ser heredadas a siguientes generaciones.
Este tipo de rasgos son los que ayudan a cada generación a sobrevivir, y se mantienen con el tiempo por medio de la reproducción. Las características ventajosas de cada especie se vuelven más comunes a lo largo de los años.
Centro de la teoría de la evolución
En sentido general, la teoría de la evolución propuesta por Darwin ha sido muy criticada, pero al final aceptada por la comunidad científica debido a su veracidad y objetividad que comprueba en los hechos.
Sin embargo, el centro de esta teoría se enfoca en la Selección Natural como mecanismo evolutivo que determina la reproducción de las especies y sus caracteres genéticos.
Darwin propone en su libro que las especies van cambiando con el paso de los años, y que todas las especies nuevas provienen de otras que aún existen, además de la idea general de que todas las especies tienen un ancestro común.
En otras palabras, todas las especies tienen sus propias diferencias genéticas, las cuales han sido heredadas en relación con el antepasado común, estas se acumulan con el paso de los años, persistiendo las esenciales.
La repetición de este proceso de reproducción de genes se extiende como una ramificación que se puede asemejar a un árbol, que se desprenden de un antepasado común que une a todos los seres vivos.
En la repetición de este proceso se pueden preservar algunas características, y otras se pueden extinguir, dependiendo de qué tan necesarias sean dentro del medio ambiente, es decir, de su función para sobrevivir.
Estos procesos no solo tienen origen en la selección natural, ya que este mecanismo se complementa con otros tres: la deriva genética, la migración y la mutación, para la reproducción de las generaciones.